Mi cuento completo: "La Señorita de Portugal" en el blog Literatura Cantuteña
http://literaturacantuta.blogspot.com/2012/07/la-senorita-de-portugal.html
miércoles, 29 de mayo de 2013
jueves, 18 de abril de 2013
El otro lado de la cerradura
La mujer mordió el fruto del árbol de la ciencia
diez minutos antes que el hombre;
y siempre mantendrá esos diez minutos de ventaja.
Alfonso Karr
La historia y la fantasía siempre han encontrado un punto
acusador hacia las mujeres para señalarlas como el origen del mal, del pecado,
del caos y la inseguridad de la humanidad, ya sea al invitar un fruto como Eva
o Pandora abriendo una caja. En fin, la educación predominante del machismo ha
ido esculpiendo una imagen que no es mas que una excusa universal para culpar a
un ser superior que en el momento menos pensado podría desnudar nuestras faltas
de afecto y ausencias de valor. Las mujeres son las únicas indicadas para
iniciar una vida o terminarla, para abrir la puerta o cerrarla, y en esa
dirección es donde ellas pueden dictar las sentencias, siempre y cuando el
valor de expresar es más fuerte que el capricho mediático de la cerradura que
es el sistema. Elsa tiene esa llave y esa misma inquietud, no para regar el
mal, sino para mostrarlo, del mismo modo que Pandora lo hizo, porque de lo
contrario la absurda monotonía no hubiera podido descubrir esa pequeña ave
llamada esperanza. Ni Eva, ni Pandora, ni mucho menos escritoras como Elsa,
cometieron un pecado, solo alzaron su voz de protesta, que es la misma voz de
los desvalidos, de los marginados, los mismos que pueden ser de distintos
géneros pero en la misma corriente. Sus historias son denuncias, juegos,
ilusiones, cosas para comprenderlas al instante o quedarse anclado en una
metáfora íntima, pero a final de cuentas es su obra lo que tiene la importancia
de mostrar otra cerradura que ha sido derrotada por una mujer que escribe no
para ser una mujer escritora, sino para encender su humanidad en cada minuto
que lleva de ventaja.
Ayacucho, Un lugar llamado Puquio, noviembre 2008
Alex Sifuentes
ALGUNAS REFLEXIONES A PROPÓSITO DE “LA CAJA FUERTE” DE ELSA DE LA CRUZ
Suele suceder que la publicación de la ópera prima o primera obra de un autor es el coronamiento de un arduo y prolongado trabajo de escritura y corrección. En el caso literario, y específicamente en el ámbito de la narrativa, el autor tiene que lidiar con palabras, estructuras, personajes, sucesos, y otros elementos que no son sino la materialización artística de su mundo interior. Un mundo interior poblado de demonios o fantasmas que en realidad aluden a diferentes pulsiones, es decir, sentimientos o energías psíquicas tan profundas que irremediablemente nos mueven a la creación literaria. A esto debemos añadir que casi siempre en toda primera obra ya se puede entrever, de manera explícita o implícita, el universo narrativo y la visión del mundo que el autor consecuente irá configurando a lo largo de su carrera artística. En los seis cuentos que conforman La caja fuerte de Elsa De La Cruz (Lima, 1982) percibimos elementos sugestivos tanto en el plano de la historia como en el plano del discurso, que dan cuenta de la dedicación con que ha elaborado sus textos y, además, nos dan luces sobre los temas que más seducen a la joven escritora. Desde el punto de vista formal los cuentos presentan rasgos disímiles, lo que refleja el conocimiento y buen manejo de los recursos narrativos a los que echa mano todo escritor: Notamos también diferentes tipos de narradores, entre los que prevalece el narrador homodiegético o protagonista. Las historias muestran estructuras lineales como los cuentos Pandora y Zarpazos a la luna; aunque el cuento más emblemático del volumen, La señorita de Portugal, presenta una estructura circular muy bien elaborada. En cuanto al manejo del lenguaje resalta un estilo ágil y sencillo que algunas veces pretende alcanzar niveles poéticos como se percibe en el cuento Zarpazos a la luna. A esto debemos acotar la presencia de un cuento brevísimo o microrrelato que también suma en la nómina de inclinaciones narrativas de Elsa De La Cruz. Pero, ¿Cuál es el elemento que hace que estos seis cuentos de La caja fuerte conformen un ciclo cuentístico y no sean, como se dice, un cajón de sastre donde se han colocado de manera arbitraria diferentes historias? Ese elemento que atraviesa como un hilo los cuentos de este libro lo hallamos en el plano de la Historia. Los personajes de La caja fuerte están marcados por un pasado de infortunio y frustración que los ha lanzado a la más insondable soledad. En La señorita de Portugal una joven aficionada al arte y que sueña con un beso juega a convertirse en una muchacha mala y termina chamuscada por las llamas del desamor. En Zarpazos a la luna, un agobiado amante se entrega a la muerte a causa de la pérdida irreparable del ser amado; y en el cuento Pandora vemos a un hombre aficionado a la literatura que es consumido por la cirrosis. Aquí cabe recordar a Julio Ramón Ribeyro, un escritor cuya impronta se percibe en diferentes narradores de las últimas décadas. Efectivamente, los personajes de Elsa De La Cruz son seres malheridos, solitarios, fracasados como Julián del relato El cuento de la fotografía quien vive añorando a la mujer amada y que ha fracasado en su intento de convertirse en fotógrafo. No obstante, estos personajes se dejan arrastrar por los malos vientos del temporal. Son conscientes de que “toda la fuerza de un sueño no sirve si están en un cuerpo débil”. Estos personajes no se levantan sino que, desde el suelo, asumen su condición de vencidos, prenden fuego a la casa y dan el portazo final.
En definitiva La caja fuerte de Elsa De La Cruz es un buen libro inicial con distintas cualidades estructurales y con una visión del mundo signada por la soledad y la pérdida definitiva de la esperanza.
POR FERNANDO CARRASCO NÚÑEZ
En definitiva La caja fuerte de Elsa De La Cruz es un buen libro inicial con distintas cualidades estructurales y con una visión del mundo signada por la soledad y la pérdida definitiva de la esperanza.
POR FERNANDO CARRASCO NÚÑEZ
lunes, 16 de agosto de 2010
domingo, 13 de diciembre de 2009
Cuentos bajo llave
Los cambios, la pérdida de la inocencia y los secretos íntimos son los temas que explora Elsa De la Cruz en su libro de cuentos La caja fuerte (Hipocampo Editores, 2008). Esta breve publicación (seis cuentos) se inicia con un cuento –el que da título al libro- de dos líneas (“Esa mujer dada a escribir, miente”) que hace gala de un lenguaje poético. Sin embargo, no es este el único tono que la autora utiliza en sus cuentos. En otros textos, aparece más bien un lenguaje frenético que superpone descripciones y acciones, dotando a las historias de un ritmo que invita a la lectura. Los cuentos nos hablan del descubrimiento, es como si en cada historia abrieran los candados de esa caja fuerte que aprisiona a los personajes y ellos se embarcaran en un viaje que los ayuda a descubrir y definir cosas fundamentales para sus vidas. Este es el libro de una joven autora que merece ser leído con atención.
Alexandra Tenorio (Diario La Primera 18 de diciembre del 2008)
Alexandra Tenorio (Diario La Primera 18 de diciembre del 2008)
lunes, 8 de diciembre de 2008
Dentro de La caja fuerte hay un animal que se escapa por los tejados para perderse en el cielo hasta encontrarse a sí mismo y otro que, también encerrado, mira a su alrededor con resignación y se encuentra con seres atrapados dentro de sus sombras. Entre estos dos estados transitan los personajes de estos cuentos, quienes intentan armar sus historias a través de una identidad con voz propia además de imágenes que se confunden entre realidades paralelas y el ensueño, dejando así entrever a los demonios que atormentan a un yo narrativo que se esconde y huye entrelíneas.
De la Cruz penetra en el interior de esta caja fuerte y nos muestra con crudeza, las consecuencias de la soledad.
Jennifer Thorndike
De la Cruz penetra en el interior de esta caja fuerte y nos muestra con crudeza, las consecuencias de la soledad.
Jennifer Thorndike
miércoles, 3 de diciembre de 2008
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